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Bienvenida la adversidad: el ejemplo de un super héroe


Tal como les comenté la semana pasada, los siguientes artículos serán sobre la adversidad, la forma de recibirla y caminar con ella, una vez que nos visita. Los sufrimientos y adversidades podemos convertirlos en un excelente maestro, veterano y exigente. A través de los siguientes invitados virtuales a este blog podemos ver que todo el mundo atraviesa por momentos difíciles y que no es necesario ser una persona excepcional para gestionarlos.

Podemos tener el semblante serio y el corazón compungido, pero nadie nos quitará la felicidad de tener la conciencia tranquila, de saber que hacemos lo correcto, que luchamos por salir adelante.

Santiago Alvarez de Mon, un extraordinario profesor del IESE y consultor de nivel mundial, escribió recientemente el libro que me inspiró a profundizar en este tema “Desde la Adversidad”, por lo cual lo citaré constantemente en este post. 

Nuestro primer invitado es Christopher Reeve, nada menos que el actor que encarnó paradójicamente a Superman. A los 42 años, mientras montaba a caballo tuvo una caída que le produjo rotura de vértebras y parálisis de la cabeza para abajo incluyendo la falta de respiración (tendrá que vivir permanentemente conectado a un respirador artificial). Luego de ello necesitará 6 horas diarias para las actividades mas elementales (vestirse, bañarse, ir al baño). A pesar de ello ganó en los últimos años varios Emmy y un Grammy estando así. Como veremos en las siguientes líneas, Reeve desde su silla de ruedas, avanza mucho mas rápido que muchos de nosotros que solo sabemos correr. 

El libro autobiográfico de Christopher Reeve no por casualidad se titula “Still me”. (Todavía soy yo). El primer día después del accidente que Reeve y su mujer Dana pudieron charlar solos, a la vista del demoledor diagnóstico de los médicos, Christopher le dijo: “Tal vez deberíamos dejarme ir” Dana llorando le dijo: “Solo voy a decirte esto una sola vez. Te apoyaré en todo aquello que decidas hacer porque es tu vida, tu decisión. Pero quiero que sepas que siempre estaré contigo, no importa lo que nos pueda venir. Tú sigues siendo tú, (Still me) y por eso te quiero”. Esas palabras, reconoce Reeve, mas el recuerdo de sus tres hijos, cancelaron definitivamente la idea de suicidarse. 


Reeve escribe en su libro autobiográfico: “Tengo que admitir que cuando me despierto cada mañana, tengo que superar el shock de no ser capaz de moverme. Siento envidia de las personas que caminan y corren sin ningún problema. Siempre que pienso en lo que antes daba por descontado – amar, salir a navegar, o simplemente darle un abrazo a un amigo – percibo un conflicto interior entre mi deseo de revivir memorias del pasado y dejarlas ir. Ser bruscamente privado a los 42 años de muchas de las cosas que disfrutas de la vida es desalentador.” Todas las palabras, pausas y silencios de Reeve transpiran un sufrimiento inefable para el que no lo ha vivido. Alvarez comenta: “La herida todavía supura un pus incontrolable y el paciente libra una batalla agotadora entre los mensajes de una cabeza bien ordenada y cultivada y un corazón rebelde que se amotina ante su destino. Que en esa tensión insuperable no haya renunciado a caminar y envejecer por la vida, es ciertamente admirable. De nuevo el contraste iluminador, la paradoja misteriosa. La derrota, concepto pantanoso donde tantos se ahogan, a él le sirve de acicate para crecer.”

El día que cumplió 50 años escribe Reeve: “Mi optimismo permanece intacto. Ahora que los científicos, antes escépticos están mas ilusionados, mi actitud es distinta. Un tanto mas distante y despegada de la evolución diaria de la enfermedad. Encuentro muy deprimente jugar a los acertijos. La experiencia de estos últimos años me ha enseñado a separarme, a adquirir cierta distancia, mientras que sigo haciendo todo lo que de mi depende.” “Gradualmente paré de ponderar, que vida me queda? Y empecé a considerar, que vida puedo construir a partir de lo sucedido? Hay alguna forma de ser útil, de echar una mano a los demás? Existe algún modo de de ponerse a trabajar de nuevo?, lo que es mas importante, existe algún camino que me conduzca a ser otra vez esposo y padre? No obtuve ninguna respuesta pero el formularme esas preguntas, ya fue una gran ayuda.” Como vemos, ha cambiado su forma de pensar, de quererse suicidar en un comienzo le empieza a dar un sentido a la vida. Sin embargo, la lucha diaria sigue siendo una constante. Nos dice: “Depender totalmente de los demás es muy frustrante, tienes que hacer un ajuste radical. Durante meses me asaltaron diversos pensamientos y estados de humor, horror, gratitud, autocompasión, confusión, enfado, vergüenza y humillación. Con 45 años cuando todos los días 2 personas te tienen que dar la vuelta y ponerte los calzoncillos es una lección de paciencia y aceptación difícil de digerir. “


En otra sección de libro, tiene una paradoja sobre que es ser un héroe. Dejaré que Reeve lo cuente: “Cuando salió la primera película de Superman concedí un sinfín de entrevistas y la pregunta que mas se repetía era: ¿Qué es para usted un héroe? Con qué facilidad y ligereza contestaba. Un héroe es alguien que lleva a cabo una acción valerosa sin reparar en las consecuencias.“ Quien iba a imaginar que aquel héroe de fantasía se iba a convertir en uno de carne y hueso, que demostró ser un verdadero héroe a punta de tener la fortaleza para perseverar y resistir, y seguir luchando a pesar de cargas durísimas. Y es que los verdaderos héroes son personas comunes y corrientes, anónimas, ese padre que se amanece trabajando para llevar algo de comida al hogar, esa madre que a pesar del trabajo diario en la empresa, se levanta varias horas antes para preparar el almuerzo de sus hijos, ese vendedor que sale dispuesto a tocar las puertas para vender un producto que ya caducó pero que es el único trabajo que tiene para sostener a su familia, ese directivo que permite crecer a sus empleados, ese profesor que vive sus clases inspirando y enseñando virtudes apasionadamente a todos sus alumnos, ese periodista casado con la noticia veraz, imparcial, no con la nota amarillista, corrupta y vendedora, ese chiquillo que decide ir contra contra corriente contra la opinión de sus “valientes” amigos que están en drogas o se dejan llevar por el sexo, ese policía que no se deja sobornar a pesar de saber que le caería “de perillas” un billete para llevar el pan a su casa, en fin, me refiero en general a cualquier persona que lucha por ser perfecta, por ayudar a los demás y hacerles la vida mas fácil, olvidándose de ella misma. Mi sencillo homenaje para todos estos héroes anónimos.

Perdonen por la interrupción. Volviendo al tema, otro de los grandes ejemplos de Reeve es la lucha interna por respirar. Al comienzo no podía estar sin respirador artificial mas de 30 segundos. A medida que fue pasando el tiempo, duró 2 minutos, luego 7, lo cual era casi increíble. Su propio doctor, Hill Carroll lo decía: “Estaba jadeando, era un esfuerzo físico agotador. Nunca he visto una evolución como la suya. No se como lo hace, la verdad no entiendo como hace muchas cosas” Yo sí lo entiendo, a base de lucha, de perseverancia, de sobreponerse. El utilizó mucho una frase del Apolo XIII que era: “Fracasar no es una opción”. A los 6 meses estaba respirando 30 minutos por si solo. Alvarez nos dice en su libro que hay equipos que antes de salir a jugar el partido ya han perdido en el vestuario. Basta mirarles la cara y ver que alli no hay sitio para ganar. De tanto meditar sobre la posibilidad de perder, anulan sus posibilidades de victoria. Son los mismos que luego le echan la culpa al árbitro. Reeve juega ante un rival temible y despiadado, tiene todas las de perder, pero está mas agarrado que mano de trapecista a esa porcentaje insignificante que le da como ganador. Con el tiempo irá cobrando fuerza su débil respiración y dejará a todos impresionados. Un triunfo ahora, un minuto sin respirador, es la mejor manera de aspirar a un futuro a largo plazo autónomo y libre de la maldita y bendita máquina respiradora. Reeve nos dice: “Cuando miro al futuro, veo mas posibilidades que limitaciones, sino, no tendría la voluntad de trabajar en mi recuperación.”

Como todo ser humano, Reeve tenía momentos en los que el desánimo y la tristeza, invadían su corazón. Sin embargo, supo darle un sentido a su sufrimiento, a su vida. Que él nos comente como hizo: “Si me entrego a la autocompasión o expreso mi desaliento delante de mi pequeño hijo Hill estoy poniendo una carga pesada e injusta en un niño de cinco años. Si me vuelvo hacia dentro de mi y paso el tiempo con nostalgia del pasado no puedo estar cerca de Mathew y Alexander, dos adolescentes que necesitan los criterios y consejos de su padre. Por último, que tipo de vida podría compartir con Dana, mi esposa, si me dejo llevar y me transformo en un armatoste deprimido que se arrastra en silla de ruedas?”. A pesar de que lo mas lógico hubiese sido que se esconda tras su mala suerte, quién hubiese tenido agallas para reprochárselo, nuestro super héroe de carne y hueso luchó por ser ejemplo de padre y esposo ejemplar aún en esas condiciones. Unos nos ahogamos con flotador en la piscina temperada, iluminada y protegida, y otros como Reeve nadan a brazo partido con el mar mas bravo, oscuro y helado y finalmente llegan a su destino eterno, con la alegría y la paz interior de saber que lucharon contra la adversidad y no pararon hasta vencerla.

Tenemos dos opciones, o llevamos la adversidad con angustia, molestia, pena y sufrimiento, o le sacamos provecho a la vida, hacemos de tripas corazón, y le vemos el lado bueno. En esta vida, todo pasa por algo. El secreto está en confiar en Dios y a la vez convertir esa pena en esperanza porque tiene un sentido, por algo nos la manda, porque El siempre quiere lo mejor para nosotros. 

El próximo Lunes, invitaré virtualmente a Lance Armstrong, cuatro veces consecutivas campeón del Tour de Francia, la prueba ciclística mas importante del mundo. Diagnóstico: Cáncer testicular con metástasis en los pulmones y en el cerebro. Edad 25 años.

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