A continuación he tomado el resumen del post de un amigo español, especialista en el tema de matrimonios, que me pareció muy útil para mi vida.

¿En qué consistirá “trabajar” el matrimonio? Básicamente en vivir las virtudes humanas que llevan a la madurez y a la felicidad. La adquisición de virtudes en el matrimonio lleva a encontrar la felicidad propia buscando la felicidad del otro. La felicidad no se consigue empeñándose en ser feliz, sino procurando que lo sean los demás. La felicidad no es un derecho, ni dentro ni fuera del matrimonio. La felicidad es el resultado de una vida de entrega a los demás; por eso se puede ser feliz aunque se sufra. Dedicar a lo largo del día parte del tiempo a pensar en cosas pequeñas que puedan mejorar la relación con el cónyuge supone estar “trabajando” el matrimonio. Buscar minutos para estar a solas con él/ella es “trabajar” el matrimonio. Impedir que otro/a ocupe en la cabeza el lugar que sólo le corresponde a él/ella, es un compromiso libremente adquirido al casarse, es “trabajar” el matrimonio; estar pendiente de detalles para hacer más feliz al otro es “trabajar” el matrimonio. Tener el convencimiento de que el matrimonio se hace día a día, que la ceremonia de la boda sólo fue el principio y que, como decía Machado “¡Caminante no hay camino; se hace camino al andar!” es “trabajar” el matrimonio. No solo basta con ser esposo, sino estar como esposo, es decir, portarse como tal, porque como escuché la semana pasada: El que “es” debe estar, porque sino, corre el riesgo de que “esté” el que no “es”.