Esta semana les traigo un extracto de la entrevista que le hicieron recientemente a Santiago Alvarez de Mon, uno de los referentes mundiales en temas de liderazgo y profesor del IESE de España.
-Como autor de numerosos libros sobre liderazgo, ¿qué cualidades debe tener un buen líder?
-Muchísimas cualidades. La primera, humildad para abrir los ojos, tener una mente flexible y un corazón humilde, para estar en contacto con la realidad. Hay que tener una mirada ingenua -entiéndase ingenua por cándida y virgen- y, a partir de ahí, talento para entender los retos planteados, talento para apoyarse en el talento. El problema de la mediocridad es que busca la mediocridad; en cambio, el talento invita al talento. Al respecto, no hay que tener carácter, el carácter sólo para tomar decisiones, a veces ingratas, para asumir responsabilidades, para no c creerse el éxito cuando te visita, para levantarte cuando tropieza.
-¿Qué entiende usted por talento?
-El talento requiere esfuerzo, trabajo y disciplina. A mí siempre me gusta decir que «lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta». No conozco a nadie que no tenga talento, pero sí conozco a mucha gente que está desubicada.
-¿Se puede hacer algo excepcional sin involucrar al corazón?
-No, creo que no. Ya lo dijo el matemático Pascal, «el corazón tiene razones que la razón no entiende». La razón en su cumbre, en su cúspide, es prudente y humilde e invita al corazón, porque sabe que, al final, es el que da el toque mágico, ese toque de distinción. Hay cosas indispensables que pertenecen al ámbito del corazón y, como dijo ‘El Principito’, «lo esencial es invisible a los ojos, sólo se puede ver con el corazón».
-¿Cuál es el ingrediente clave para conseguir el éxito tanto personal como profesional?
-El ego al trabajo. No conozco a nadie que haya conseguido el éxito sin trabajo, constancia y paciencia. La humildad también es importante, para que, cuando llegue el éxito, no creérselo demasiado, asumir los errores e identificar el fracaso. También son importantes los valores, como la integridad, la bondad, la amistad
En cuanto a las consecuencias de esa capacidad de decisión, marcó la diferencia entre errar y fracasar. En el primer caso, considera que se trata de cometer una equivocación, mientras que el segundo añadiría un cambio en nuestro mapa mental que nos hace dejar de creer que “hemos fracasado para pensar que somos unos fracasados”. “Si te dejas la piel, movilizas tu talento, llegas exhausto y has perdido tras dar lo mejor, ¿has fracasado?”, se preguntaba. “Para un emprendedor no existe el fracaso; el problema es que tenemos miedo al error y al fracaso y, o recuperamos una relación fácil, fluida y humilde con el error o truncamos lo que es necesario para entrar en el mercado, que está complicado”.
¿Cuál es la fórmula del éxito?
Hay que definir primero que es el éxito para ti. Si dejas que los demás definan tu éxito estás mal, ya que perseguirás el éxito de otros. Es algo que tienes que definir tu mismo, no es igual al éxito exterior.
Nada se improvisa, la espontaneidad es hija de la disciplina del esfuerzo. Si das lo mejor, puedes haber perdido, pero no fracasado, esa palabra no existe para mi.
¿Algún comentario adicional?
Hay que desarrollar tus talentos mediante el esfuerzo, la ilusión y el trabajo. La gente se aferra a algo que no existe que es la seguridad. Hay que gobernar esa vida incierta. Nos peleamos con la realidad. La vida es incierta. Tenemos mucho más preguntas que respuestas. El hombre busca respuestas y tropieza con preguntas. El futuro no pertenece a la gente dogmática e insegura que necesita fórmulas mágicas sino que se adentra , que acepta la incertidumbre y a partir de allí trabaja. La vida no es un problema a resolver sino una aventura a disfrutar, de ti depende escoger como la veas. El partido interior es el que importa, si lo jugamos con nosotros o contra nosotros.
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