Hoy voy a escribir sobre un tema que a todos nos ha pasado en más de una ocasión, que es la depresión, el desánimo, la tristeza. Pero evidentemente no soy ningún experto en el tema, por eso, yo solamente voy a citar a personas que han tenido profundas depresiones y han salido adelante, ellos harán algo mucho más valioso, darnos sus secretos de cómo superaron la depresión.
Victor Frankl, psicólogo judío que vivió en carne propia lo que es estar en los campos de concentración en Auschwitz y sobrevivió a costa de automotivarse continuamente nos menciona: “El sufrimiento es un aspecto de la vida que no puede erradicarse, como no pueden apartarse el destino o la muerte. Sin todos ellos, la vida no es completa. El primer día, ya lejano, del colegio, nuestro primer amor, la marcha disgregada a la universidad de amigos que no se volverán a ver, los primeros pasos laborales taponando goteras por donde sale nuestra incompetencia a borbotones, la primera muerte de un ser querido, cercana y brutal, son diversos puentes que hay que atravesar para conocer su anverso, la otra cara de la moneda de la vida. Sufrimiento, alegría, dolor, placer, adversidad y abundancia son voces complementarias con las que desandamos y completamos el camino”.
Pues bien, entonces, para estar claros, lo primero que sabemos es que todos, absolutamente todos en la Tierra, sufrimos en algún momento adversidades, depresiones, acontecimientos negativos, por lo tanto, no somos los únicos ni los últimos que nos sentimos así, y muchísima gente ha vivido problemas peores que los nuestros y se han sobrepuesto. Un ejemplo es Randy Snow, deportista profesional que a causa de un accidente quedó en silla de ruedas para siempre. Nos dice “Desde luego que deseaba que mi accidente no hubiese ocurrido, pero siendo honesto, ahora podía manejar lo que la vida me solicitaba. Mi nuevo reto era volver a hacer aquellas cosas que tanto me apasionaban”. No cabe duda que Randy lo logró. Llegó a ser el único medallista paraolímpico que ha logrado obtener medallas de oro en tres disciplinas diferentes, tenis, básquet y natación. Dichos éxitos y logros son señales luminosas que tienen su enchufe inicial de energía en esa sabia y humilde aceptación de las nuevas reglas de juego.
Christopher Reeve, quien a los 42 años se quedó hemipléjico por una caída cuando montaba a caballo nos dice que “El secreto es simplemente creer y sentir de verdad que somos valiosos, que seguimos siendo nosotros, no importa lo que nos pase o la situación en la que estemos” y quien mejor que el para comprobarlo, luego de su caída, siguió ganando Grammys como productor. Sin duda, una frase “slogan” para todos aquellos “sin tierra” (física, familiar, afectiva y profesional) de este planeta.
Se dice que ante la depresión se pueden adoptar dos actitudes igualmente fatales: la resignación pasiva o la ciega rebelión. Ambas paralizan por igual la acción de la voluntad. Aunque todo se hunda y se acabe, aunque los acontecimientos sucedan al revés de lo previsto, con tremenda adversidad, nada se gana turbándose. En presencia de cualquier eventualidad aflictiva, importa, ante todo, conservar la serenidad, concentrarse, uno en sí mismo y examinar los hechos, sin desfigurarlos en lo mas mínimo, sino tratar de ser lo más objetivo posible, para en base a ello identificar las causas, las consecuencias, y finalmente definir posibles actos concretos que nos lleven a solucionar el problema.
Santiago Álvarez de Mon, a quien cito constantemente en este blog, es probablemente uno de los mejores oradores de España. Sus conferencias causan un impacto desmedido en las organizaciones en las que participa como conferenciante. Es un motivador nato capaz de sacar lo mejor de su audiencia. Actualmente es profesor del IESE donde ha dirigido el Executive MBA en Madrid e imparte su labor docente. Nos dice que la depresión no sólo tiene en su vestidor trajes recriminatorios y fríos. También los hay serios, finos y apropiados para las circunstancias. Muchas veces hay razones objetivas que explican fosos infinitos de los que sólo el tiempo es capaz de sacarnos. Cuando la serenidad se va acomodando e invadiendo nuestro espíritu, invita a pasear y degustar lo que nos circunda. Es el tiempo de una dama magnífica y elegante que restituirá el ánimo y la alegría de vivir. La adversidad puede ser una gran maestra. No te queda más solución que madurar, que plantearte ciertas prioridades. Te recuerda la importancia de ser tolerante, te habla del sentido de la justicia, de la solidaridad. Te dice que no todo en la vida es colocarse en situación de privilegio. Sabía que todo eso era así, pero la adversidad lo enfatiza y anima a ponerlo en práctica.”
Como conclusión final, los dejo con quizá el hombre que tenga más autoridad para hablar sobre este tema, El Papa Benedicto, que ha dicho: “Podemos tratar de limitar el sufrimiento, luchar contra él, pero no podemos suprimirlo. Precisamente cuando los hombres, intentando evitar toda dolencia, tratan de alejarse de lo que podría significar aflicción, cuando quieran ahorrarse la fatiga y el dolor de la verdad, del amor y del bien, caen en una vida vacía en la que quizá ya no existe el dolor, pero en la que la oscura sensación de la falta de sentido y de la soledad es mucho mayor aún. Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito. A veces es un reto encontrar una razón para lo que aparece solamente como una dificultad que superar o un dolor que afrontar. No obstante, la fe nos ayuda a ampliar el horizonte más allá de nosotros mismos para ver la vida como Dios la ve. El amor incondicional de Dios, que alcanza a todo ser humano, otorga un significado y finalidad a cada vida humana.”
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