
Y es que más que hablar de días, años, etapas, todo se reduce a momentos, pero la vida está hecha de ellos. Ya lo decía Goethe: “Yo intentaría tener nada más que eso, momentos, unos detrás de otros.“
Yo creo que los mejores momentos de nuestras vidas no son largos, pasivos o tranquilos, aunque no están demás, sino aquellos que generalmente vienen como resultado de nuestro esfuerzo al límite en cuerpo y alma para conseguirlos y es que mientras más nos ha costado, más valoramos lo que conseguimos. Eso es lo mejor que tienen los sueños imposibles, que a base de esfuerzo, perseverancia, talento y la ayuda de Dios, se hacen posibles.
Quizá uno de los momentos que más marquen a una persona es cuando se entera de la llegada de una vida nueva, y bueno eso es justamente lo que quería contarles y no sabía bien como, que luego de una larga y paciente espera, mi esposa está embarazada y vamos a ser padres. Dicen que Dios tarda pero nunca olvida. Ese tipo de momentos, hacen que la vida, sea cual sea, valga la pena vivirla felices.