Esta vez no he escrito ningún artículo, he leído uno muy bueno que quise transcribirlo tal cual. Apareció en el blog uno de mis escritores favoritos, se llama, Soñar, excelencia o evasión:
“La capacidad de proyectarse hacia delante desde la lanzadera del presente, la posibilidad de imaginar un futuro mejor, de soñar despierto, es una de las opciones humanas más nobles y sublimes. La biografía de Muhammad Yunnus, fundador y Presidente del Grameen Bank, el banco de los pobres, Premio Nóbel de Paz 2006, es un testimonio ejemplarizante de esta loable actitud. En su viaje hacia un mundo sin pobreza, el primer paso lo dio la imaginación, y a partir de ahí, inspirado por una visión enraizada en torno a la sagrada dignidad del ser humano, se movilizó con determinación y paciencia.
¡Soñar!, que importante hacerlo despierto, que decisivo que verse sobre un argumento real, personal y genuino; me explico. Sigo el tranco de dos directivos que conozco bien. Dos carreras profesionales, dos sueños distintos, dos resultados diametralmente diferentes.
Uno vive consciente su sueño, no lo toma prestado de nadie. Está íntimamente relacionado con sus talentos naturales, con el gusto que siente por la tarea que realiza. Además, está guiado por sus valores y convicciones filosóficas más auténticas. Por todo ello, el sueño es vivido con ilusión, coraje, constancia y humildad. El hecho de estar abierto a la realidad y variar el rumbo original confirma la bondad y calado del sueño. El acto de soñar es la cumbre de su responsabilidad e inteligencia.
El otro es una imitación. Vive los sueños que esta sociedad le vende y que él compra ingenuamente. No tiene nada que ver con sus dones, éstos permanecen ocultos e inexplorados. El hartazgo, la mediocridad y los pobres resultados jalonan su camino; ante estas alarmas, él insiste, transformando la perseverancia en terquedad numantina. Sus valores quedan apartados produciendo una desconexión espiritual que pasa dividendos.
¿Válvula de escape? Incapaz de realizar su sueño, ahora sueña por sus hijos. Ellos llegarán a ser lo que él nunca conseguirá. ¡Pobrecitos!, compensar un déficit arrastrado por un padre desorientado no es la misión de unos hijos libres e independientes. Soñar se convierte entonces en una forma de evadirse de la realidad.
Querido lector, ¿sueña usted? ¿Sobre que versa? ¿Responde a su ser e ideal más profundos? ¿Cómo verifica que la ruta emprendida es la correcta? Pienso que parte de nuestra felicidad y salud mental depende de nuestra respuesta a las interrogantes planteadas. Por tanto, toca contestar.
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