La vida consiste en enfrentarse con dificultades. Y nuestra actitud es la manera como desafiamos y respondemos ante ellas. “No puedo cambiar mis circunstancias pero sí mi respuesta a las mismas” decía Victor Frankl. Lo que está en el menú es lo que hay. No aceptar lo que no nos gusta es lo que nos frustra en la vida. La realidad es una. Nos toca decodificarla, interpretarla y fabricar una respuesta a la altura de la misma. Lo que nos distingue de los demás son nuestras respuestas. Crecemos en la frontera y el Covid nos está obligando a hacerlo. El límite es un concepto psicológico, está donde lo fijes.
Alejémonos de los pesimistas, aquellos arquitectos de su futuro mediocre, esos “grandes visionarios” que antes de jugar un partido piensan que van a perder y cuando termina el partido lo confirman porque se rinden mientras lo juegan. Solo se pueden ganar los partidos que mentalmente ganas.
¿Optimismo? Si por favor. Pero el que viene tomando en cuenta la realidad, entendiéndola, evaluando bien los riesgos y definiendo acciones para neutralizarlos, promoviendo iniciativas innovadoras y bien estructuradas, sabiendo que a veces las cosas no salen bien y hay que enmendar el camino. El otro es motivación barata. No mejoras la realidad saliendo de la misma.
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